El taco alto está en baja. No se trata de un juego de palabras, y mucho menos de una moda, sino de un cambio cultural. Según informó la empresa de análisis de consumo NPD Group, en Estados Unidos, las ventas de zapatos de taco alto cayeron un 12% el año pasado, mientras que las de zapatillas femeninas crecieron un 37%.
Es cierto que el athleisure -la combinación de prendas deportivas con otras más chic para el uso diario- hizo su aporte. Pero esta tendencia tiene varios años encima, y se impuso en 2014, cuando popes del diseño, como Alexander Wang y Riccardo Tisci, llevaron los buzos y la calzas a la pasarela, y, sin embargo, es recién ahora que los tacos se caen al suelo. Más allá de las modas, la adopción del calzado cómodo responde a cambios culturales, como la flexibilización de los códigos de vestimenta para ir a trabajar.
De la mano de Steve Jobs y Mark Zuckerberg -con sus uniformes de remeras lisas, jeans y zapatillas-, Silicon Valley impuso un estilo relajado que, de a poco y con ciertas adaptaciones, hizo mella en corporaciones de otras industrias. El crecimiento del teletrabajo también aportó su cuota y volvió real la posibilidad de trabajar en joggineta y zapatillas. Además, hoy en día se imponen las agendas cargadas de actividades diversas, la mayoría de las veces sin la posibilidad de hacer un cambio de vestuario en el medio.
“En una época se hablaba de ocasiones de uso, se estilaba vestirse para un cóctel de una manera, para un almuerzo de otra, pero hoy es imposible porque una persona sale de su casa y hasta que regresa vive 3 o 4 situaciones -va al médico, al trabajo, a una cena- y todo sin cambiar de outift”, indica Mariana Marrari, diseñadora y miembro del Observatorio de Tendencias del INTI. Y si en la cartera de la dama se pueden llevar maquillajes, aros, pulseras y otros pequeños detalles capaces de convertir un atuendo de día en otro más de noche, con los zapatos no pasa lo mismo: un taco alto siempre aporta cierta elegancia y, como asegura, Marrari “no se aguanta todo el día”.
Las mujeres, entonces, empezaron a demandar comodidad y los diseñadores acataron su pedido; así, firmas de lujo como Chanel, Dior, Gucci y Céline subieron a sus pasarelas zapatillas deportivas -sneakers, en inglés- que cuestan miles de dólares. La estrella indiscutida es el modelo Triple-S, de Balenciaga, unas zapatillas de U$800 que salieron a la venta el año pasado y se agotaron en pocos días. El éxito del modelo hizo que sacaran nuevas partidas con otras combinaciones de colores, y todas corrieron la misma suerte: al cabo de unos días quedaban fuera de stock. Ahora solo se consiguen en sitios como Ebay y Amazon a precios que van de los U$1500 a los U$2000. “Las zapatillas llegaron a las pasarelas de lujo porque hoy la moda no la dictan los diseñadores, como sucedía antes, lo que ellos hacen es interpretar lo que la gente quiere”, sintetiza Marrari. Pero ni siquiera hace falta que lleven la firma de un diseñador reconocido para llegar a lugares que parecían imposibles, como la alfombra roja. En enero, Millie Bobby Brown, la protagonista de Stranger Things, combinó un vestido de lentejuelas de Calvin Klein con unas clásicas zapatillas Converse blancas para asistir a la entrega de los SAG Awards.
Cuanto más fea, más linda; esa es la premisa que rige la tendencia en materia de zapatillas. Es que, el último grito de la moda son las ugly sneakers (zapatillas feas), un calzado tosco y colorido que tiene su expresión más reconocida en el modelo Triple-S, de Balenciaga. Claro que el estilo ya fue adoptado por las marcas de fast fashion y también por las deportivas. Nike, Adidas, New Balance y Reebok tienen sus versiones. A la hora de combinarlas, trascienden el jean y el jogging y combinan con todo, desde vestidos hasta polleras y pantalones de vestir.
La debacle del taco alto es tal que hasta se vive en el mundo de los emojis. Florie Hutchinson, una publicista estadounidense de 37 años, hizo un pedido formal ante el Unicode Consortium, la ONG que regula el lanzamiento de nuevos emojis, para que incluyan una ballerina, slipper o, como se le dice por estos pagos, chatita. Actualmente, hay tres opciones de calzado femenino: bota, sandalia y zapato cerrado, todos de taco alto. “Dado que la mayoría de las mujeres usan chatas, ya que sólo un 30% usa taco alto y, generalmente solo lo hace para ir a trabajar, este Emoji reflejaría la realidad en materia de hábitos de calzado femenino”, escribió Hutchinson en su petición.
El consorcio le dio la razón y, a fin de año, cuando se publiquen nuevos emojis, su chatitas estarán incluidas. El movimiento anti taco también se siente en el mercado local, impulsado por el crecimiento de zapatillas urbanas, es decir aquellas pensadas para el día a día. “Las ventas de Classic, nuestra línea de calzado urbano, creció un 13% en 2017. Y esta temporada el crecimiento fue de un 2% y sigue aumentando. Además, según pudimos visibilizar, es el consumo de calzado femenino el que crece exponencialmente”, indica Morina Pesenti, gerente de Comunicación de Reebok. Sin embargo, a la argentina le cuesta bajarse de los tacos.
“Si bien cuando se hacen estudios en cámara Gesell, el primer pedido de las mujeres es comodidad, lo cierto es que las argentinas tenemos un promedio de altura más bajo que las norteamericanas y las europeas y, además, somos muy coquetas”, señala Marrari, y agrega: “Por eso, acá pegaron mucho las plataformas enormes, que eran la opción cómoda para estar alta; aunque ya no se ven tanto”. En Valdez señalan que la solución para ganar comodidad sin resignar altura es el taco medio, “de unos 5 centímetros se puede adaptar a días de muchas actividades. Otra opción fácil de llevar a pesar de su altura son los tacos anchos, ya que ofrecen una superficie de apoyo ancha que da más comodidad al caminar”, explican Fabián Paz y Guillermina Valdes, diseñadores y creadores de la marca. Al fin parece que llegó la época en la que, de verdad, la moda no incomoda
fuente: https://www.clarin.com/sociedad/cambio-comodo-salen-tacos-altos-entran-zapatillas_0_SkKvAqEAf.html