Hay costumbres que nunca pasan de moda. Pero también hay tendencias que inciden en el estilo de vida y condicionan nuestros hábitos de consumo. ¿Cuáles son las más importantes? Los analistas las dividen en cinco categorías, que surgen al observar lo que sucede a nivel económico, político, cultural y social, y cómo se manifiesta en la calle. “Hoy, el consumidor dictamina todo. Es el que tiene la voz de mando, a diferencia de lo que ocurría años atrás, donde el poder lo tenía el mercado y decidía lo que se producía e iba a consumir. Ahora, en cambio, la experiencia del cliente es más importante que nunca. La experiencia por m2 es la nueva métrica para los minoristas”, explica Gisela Ferricelli, licenciada en Comercio Internacional e integrante del Observatorio de Tendencias del INTI (OdT) desde 2010.
En Experiencias de consumo, la charla que brindó en la Universidad de Belgrano, Gisela se refirió a este cambio de paradigma, clave a la hora de desarrollar estrategias y pronosticar comportamientos futuros. Entre las tendencias que hoy predominan, destaca las siguientes, con las que podemos identificarnos. ¿Cuál nos representa mejor? Veamos: Mercado de cambio. Dedicada a los que consumen de manera consciente. El 53% de los compradores del Reino Unido y el 78% de los de EE.UU. dicen sentirse mejor cuando adquieren productos elaborados de manera sustentable. “Los recursos naturales tienen fecha de vencimiento. La ONU decreta la muerte de los océanos para 2050, si seguimos así. La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, seguida por la petroquímica”, advierte. Por eso, los modelos de negocio que contaminan están en crisis en la actualidad. Como buenos ejemplos rescata a Stella McCartney -pionera indiscutida-, Parley for the Oceans y adidas que realizaron zapatillas con plásticos recolectados del mar, y a Pentatonic, que fabrica muebles con descartes electrónicos, mouses y teclados. Esta movida está en pleno auge y se traslada a la alimentación.
En línea. Especial para los que viven hiperconectados. Se vincula con la posibilidad de acceder a la instancia de conectarse y comprar de manera ininterrumpida, desde cualquier soporte. Según las estadísticas, para 2020 más del 50% de las compras que se realicen serán a través de dispositivos móviles. Para entonces habrá más de 25 billones de equipos conectados. El avance tecnológico es transversal a todas las industrias y áreas. “No tiene que ver sólo con la telefonía móvil sino con la realidad virtual, la realidad aumentada, la inteligencia artificial y la robótica”, aclara. Miquela, la bloguera virtual que tiene más de 1.500.000 seguidores en las redes sociales y fue convocada por Gucci y Prada para sus colecciones, es una referente de esta tendencia. La denominada Internet de los oídos, que nos permite conectarnos con dispositivos que contestan absolutamente todo, también gana terreno cada día. ¿Casos? El de Musio, un robot que funciona como acompañante escolar de los chicos en Japón. Aquí hay un importante nivel de tecnodependencia.
Super yo. Más vinculada con la biotecnología, esta tendencia nos “acerca” a la categoría de superhéroes. Incluye el desarrollo de diseños con passwords o contraseñas que facilitan el acceso a distintos lugares y medios de pago. adidas, por ejemplo, celebró el aniversario del subte de Berlín con una zapatilla que aloja en su lengueta un chip similar al de la Sube y permite tomar diferentes medios de transporte. Otro ejemplo es el de la personalización orgánica que propone la firma de belleza coreana Tomus 28, que recurre al ADN para elaborar un cuidado facial y corporal en función de las necesidades únicas e irrepetibles de cada persona. ¿Más? Las prendas con sensores que corrigen la postura, o Dani Clo, que creó un tercer pulgar, un dedo tecnológico, útil para pianistas, guitarristas o deportistas. “Amplía la condición humana a través de este desarrollo tecnológico”, agrega la experta.
Compás de espera. Es una contratendencia, opuesta a la manía de estar siempre conectado. “El nivel de contaminación y conexión es tal que es necesario desconectarse. Por eso, lo nuevo, lo más cool, es estar off”, asegura. Según la analista, las redes son súper adictivas. “Se dice que Facebook es como las grasas e Instagram, como el azúcar. Hay que tratar de reducir su consumo”. Modelos de esta corriente: la almohada Somox, que induce el sueño, o la app de entrenamiento creada por Nike junto a Head Space que ayuda a meditar y controlar la respiración mientras se corre. “Llegó el momento de repensar el tiempo. Y de darse tiempo. Por eso es importante el auge de lo artesanal. Cuando se ocupan las manos, la mente descansa”.
El lado positivo. A pesar de la crisis que enfrentamos (o a causa de ella), el positivismo se impone y convive con las otras cuatro corrientes, a nivel global. Sirve para compensar el hecho de vivir constantemente bajo amenaza.
Más novedades en el próximo Circuito de Tendencias, que se realiza el 20 de noviembre, en el Centro Cultural de la Ciencia.w
fuente: https://www.clarin.com/sociedad/tendencia_0_Zxx8SoQEU.amp.html